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Raymond TRIQUET, Francia
Catedrático, Universidad de Lille III,
ex Presidente de la Comisión de Estándares de la FCI
Traductor: Carmen Herrera
Los perros cazadores eran patrimonio de reyes y nobles, porque la caza estaba prohibida
al pueblo bajo pena de muerte, tanto en Inglaterra como en Francia. El rey de Francia
Enrique II prohibió incluso la caza a sacerdotes y obispos en 1556. La montería
era un arte y los tratados florecían. Los monteros intercambiaban sus perros y se
protegía a los “bastardos”. De Inglaterra se hacían traer a los perros más rápidos.
Las partidas se multiplicaban, sucediéndose de siglo a siglo y abriéndose a la burguesía
hasta llegar a nosotros. Napoleón III mantenía aún una jauría de 120 foxhounds (según
Brigitte CHABROL). Será en la época moderna cuando surgirán los problemas con la
ola de los opositores a la montería y su prohibición en Gran Bretaña en noviembre
de 2004 (Act of Parliament).
Ya en el siglo XIX, para satisfacer a las almas sensibles, se cazaba el ciervo en
Inglaterra, se transportaba en carreta (carted deer) y se encadenaba al final de
la caza. El conde LE COUTEULX DE CANTELEU llama a esto en 1890 “el ciervo de caja”,
oponiendo así el arte de la montería al “deporte” inglés de la caza del zorro.
Los galgos poblaban los palacios y los castillos y cazaban con los príncipes. Basta
leer a TOLSTOI, que describe en Guerra y Paz a los “criados de galgos” que
desatraillaban a más de cuarenta perros, aunque con las jaurías de perros cazadores
se contaban “cerca de ciento treinta perros”. En Rusia, tras los “ucases de 1765
y 1767 que agravan la condición de los siervos”, bajo el reinado de CATALINA II
la Grande (SOKOLOFF), se podían cambiar familias de siervos por perros Borzois.
Desde el siglo XVII y tal vez antes, el Borzoi cazaba lobos, pero también (y tal
vez sobre todo) liebres, incluso aunque el término ruso no indique nada al respecto.
Borzoi (Borzaya) es un término que procede del eslavo oriental borzo,
que significaba “rápido” en el siglo XV. El adjetivo borzyi se aplica al
caballo fogoso. Este perro es pues, hablando como FURETIERE “un perro de velocidad”.
Los rusos rechazan la denominación francesa y alemana (Barsoi), donde la
“a”, en lugar de la “o” (en inglés, borzoi) traiciona el sentido original.
No obstante, los galgos llegaron a ser en Europa víctimas de sus cualidades. “El
buen galgo debe alcanzar a cualquier animal”, decía FEBUS. En el siglo XVI, RABELAIS
alaba al galgo del Señor de Meurles (en Gargantúa): “No se le escapa liebre
ni zorro alguno”. De tal suerte, las quejas afluyeron desde el siglo XVIII en Francia
como consecuencia del agotamiento de sus planicies de caza. Un documento de 1740
habla de 117 liebres cazadas en dos meses en la región de Béthune por galgos procedentes
de regimientos irlandeses, “que los tienen siempre en abundancia”. Así, la Ley francesa
del 3 de mayo de 1844 prohibirá la caza con galgos. Por su parte, Inglaterra inventaría
el “deporte” a mediados del XVII (es decir, la actividad al aire libre en la que
pueden tomar parte perros y caballos y cuya finalidad es la captura de animales
de caza o pesca, sin ánimo de lucro), cuya materialización será la organización
de “coursing”, o persecución de la liebre en terreno descubierto y, más tarde en
campo cerrado según reglas estrictas. El primer club fue creado en Swaffham por
Lord Orford, en 1776. El galgo mataba aún a la liebre, pero eso no era lo que más
importaba. Podía matarse aunque la carrera fuera mala, y a su vez la carrera podía
ser de calidad aunque no se diera caza a la liebre. Aparece pues aquí una noción
nueva: lo que importa es el arte y la forma, tal como decían los monteros que no
eran simples cazadores de carne (“viandards”).
¿Y qué pasaba con los otros perros?: se les amaba como tales, y no sólo por los
servicios que proporcionaban. Lo sabemos por los reyes. Por citar sólo a dos, ENRIQUE
IV de Francia (1589 – 1610) se complacía al ver a sus perros lamer la cara de sus
hijos. CARLOS II de Inglaterra, de Escocia y de Irlanda (1660 – 1685) estaba loco
por sus spaniels enanos, y cuya residencia estaba tan invadida por ellos que los
embajadores se quejaban de suciedad y mal olor. Otros monarcas tenían pequeños perros
que servían de calientapiés o simplemente de compañía.
Clarissa Strozzi, Le Titien
Muchos perros figuran en los cuadros de los pintores más célebres. Uno de los más
conocidos es La hija de Roberto Strozzi, pintado por TITIEN en 1542. El bonito
spaniel sentado en la consola frente a la joven Clarissa será elegido en el congreso
de Lille de noviembre de 1934 como modelo de la raza del Spaniel enano continental
(GAUTIER y HARNIST). Sin embargo, tal no era la suerte de los perros del pueblo.
En las ciudades servían de comedores de basura y carroñeros, llegando incluso en
tiempos de escasez a desenterrar a los muertos, como aquéllos lobos de FEBUS que
se comían a los “ahorcados a baja altura o que caían de la horca”. En el campo,
cuando no guardaban los rebaños, los perros vivían atados a una cadena en las granjas,
de ahí la expresión inglesa bandog, procedente de band-dog, “perro
atado”, lo que ocurría en Francia con los mastines, en Inglaterra mastiffs,
según la antigua acepción de la palabra (inglés medio mastis, mastie, masty, mastive).
DENIS dice de los mastines que eran “perros pastores grandes, perros comunes de
granja”. En Inglaterra, en la Edad Media, los perros grandes que pertenecían a un
plebeyo se mutilaban conforme a la “Ley de Bosques” de 1272.
Se les cortaban de tajo tres dedos de un pie anterior para impedir que persiguieran
a los “animales de caza” (expeditation). En Francia, en 1607, bajo el reinado
de ENRIQUE IV, gran cazador, una disposición prohibía a los labradores llevar sus
mastines a los campos, a menos que tuvieran la corva cortada, y ordenaba a los pastores
bajo pena de azote llevar sus perros con correa, excepto “cuando fuese necesario
soltarlos para conducir y vigilar su rebaño” (lo que prueba, por otra parte, que
los perros del continente conducían bien los rebaños y no sólo los guardaban). El
sentimiento general respecto a los perros, a parte de los perros cazadores y los
galgos, era de desprecio, tal como prueban muchas expresiones (“echar a los perros”,
“morir como un perro”, “una vida de perros “, etc.) utilizadas prácticamente en
todas las lenguas de Europa. Aunque el perro de aguas daba la vuelta a los asados
para satisfacción de los cocineros, era también, como todos los perros domésticos,
“víctima” ordinaria de los médicos que probaban sus venenos (LINNE, citado por HERMANS).
Sin embargo, en el siglo XVII (1668), LA FONTAINE ve al dogo “tan poderoso como
bello”. Se trata de una noción moderna de belleza aplicada a un perro. El autor
precisa su función de perro guardián: “Dar caza a la gente con palos” (es decir,
a los vagabundos) “y mendigos”, y también de perro de compañía: “Halagar a los de
la casa, y a su amo complacer”. Su salario será “hueso de pollo, hueso de palomos,
sin hablar de las caricias”: he aquí pues un perro feliz, aunque tenga “el cuello
pelado” debido al “collar al que está atado”.
Los collares, testigos de la sumisión del perro al hombre, sirvieron también para
protegerlo de las mordeduras del lobo o del oso. Algunos eran impresionantes, de
metal, totalmente erizados con puntas (para la caza y para la guerra, y no sólo
para los molosos sino también para los galgos en el siglo XVI). Más tarde llegaron
a convertirse en objetos de arte, de pelo de tejón, o de cobre y de plata a partir
del siglo XVIII.
Los perros pastores y los guardianes inspiraron a menos autores. Uno de estos últimos
es conocido en Francia: Charles ESTIENNE (La Agricultura y la Casa Rústica,
1564) que muestra a los dogos “dejar pasar la noche”. Dos años después aparece la
Caza del Lobo de Jean de CLAMORGAN, con sus mastines, que son “perros guardianes
para ladrar a los ladrones”. Ciertos autores prestan mucha atención al color del
pelaje, siempre desde el punto de vista del uso. Por ejemplo, en 1600, Olivier de
SERRES cree que los perros guardianes deben ser negros, y los que guardan el parque
“más claros”, porque los negros “son más terribles que los blancos”. Desde DU FOUILLOUX
(1573), se divide también a los perros cazadores según el color de su pelaje, que
corresponde a su “natural”, blancos, leonados, grises, negros.
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Perro con collar de puntas,Wolf Helmardt von Hohberg
Perro adulado, perro deshonrado. “Quien quiere ahogar a su perro le acusa de rabia”,
dice el refrán. La rabia sembró el pavor y provocó muchas matanzas de perros en
Francia en 1271, y en Alemania en 1427 (DELORT). A veces, los perros también eran
exterminados sin otra causa que su proliferación. En 1908, los perros de Estambul
fueron abandonados sin alimento y sin agua en el “islote deshabitado de Oxia” (de
PLANHOL), donde pereció hasta el último. Por desgracia, esta propensión del hombre
a una justicia sumaria con su “mejor amigo” no ha desparecido. Tal fue el caso en
Alemania, donde muchas personas, entre ellas políticos de alto rango, se dejaron
arrastrar por una psicosis colectiva cuando un pitbull mató a un niño el 26 de junio
de 2000, justo cuando concluía la exposición mundial de Milán, que celebró magníficamente
al Perro-rey. Rudyard KIPLING, que describió excelentemente a los perros de los
soldados británicos en la India, y principalmente la “hazañas” de los Bull Terriers,
resume bien la dualidad de las relaciones entre el hombre y el perro en Garm, a
Hostage (traducción en francés de NURY):
Los perros ya son sólo vagabundos, sacos de pulgas,
Comedores de cualquier cosa.
Y añade más adelante:
Un ser libre estrechamente ligado al hombre por el amor.
En cuanto a la reciprocidad, la expresa así:
¿Cuándo renunciaremos finalmente
a atarnos a un perro?
Nosotros, cinófilos, conocemos la respuesta.
Desde el siglo XVII, el perro empieza a ser en Francia un tema importante, ya que
el primer diccionario de la lengua francesa, el Dictionnaire universel d’Antoine
FURETIERE de 1690, le dedica más de dos páginas.
La definición muestra bien la estima que se tiene al perro, a pesar de las no pocas
expresiones despectivas citadas:
Animal doméstico que ladra, que sirve para guardar la casa y para la caza.
El perro es el símbolo de la fidelidad.
Dictionnaire universel d’Antoine de Furetière (página de título), 2a edición, primer Tomo.
“Raza” tiene aún aquí sentido de “origen”, de “ascendencia”. Entre los perros de
caza franceses, “a algunos se les califica de raza real”. Otros son de raza
común, y otros de raza mezclada o raza menor. Hay tres tipos
de perros “Anglois”, como los bigles. Los perros Bauds, apodados grifones,
cazan “con la nariz alta”. Los perros grises “saben hacer de todo”. Los perros
negros se conocen como de St. Hubert. Sigue una frase importante
que muestra que son “nuestros” perros de St. Hubert y en la que la palabra raza
se emplea como lo haríamos actualmente: “conservamos la raza en memoria de este
Santo de la Abadía, que lleva su nombre en las Ardenas”. Recordaré aquí que la palabra
raza pasó del italiano (razza) al francés hacia 1500. Luego pasó al
alemán y al inglés. La palabra inglesa breed apareció en 1553 procedente
del inglés antiguo (según el O.E.D.). Ya cité como definición de leonado:
“cualquier tono desde el amarillo al rojo”. Aquí encontramos: “Los perros leonados
o rojos” que son “de gran corazón”. En cuanto a los que llamamos “unicolores”, los
llamamos “perros de una pieza”.
Los futuros perros de muestra ya figuran aquí. Son “los perros del arcabuz” (por
tanto de caza de tiro). Son, según la expresión francesa, “au poil et à la plume”,
es decir para caza de animales de “pelo o pluma”. También se citan muchos otros
tipos de perro. Los bracos (“del mismo aspecto” que los de muestra) son pues como
los bracos que conocemos actualmente, y no como los Bracken alemanes, que
son cazadores. Los épagneuls (spaniels) “acorralan a los conejos en la maleza”.
Los grifones vienen de Italia y “cazan todo”.
Los bassets, a los que se llama perros de tierra (nosotros diríamos “de desenterramiento”),
proceden de Flandes y de Artois. “Atacan todo aquello que se esconde bajo tierra
(una palabra clave para el futuro “terrier”), como tejones” - el teckel o Dachshund
¿no es un perro de tejón (en alemán der Dachs)? FURETIERE traslada aquí una
vieja creencia: ciertos bassets “tienen dos filas de dientes, como los lobos”. Tienen
“las patas delanteras torcidas”. Lo perros de agua son de pelo rizado. “Su naturaleza
principal es cobrar” y “cazan sobre tierra y en el agua” y son “los perros más fieles
del mundo”. Los dogos son “perros de combate”. “La palabra dogo es inglesa
y significa “perro”, como en alemán englischer Dock en 1582 y englische
Docke en 1616. “Los mastines son perros guardianes que se dejan en los corrales
para ladrar”. COTGRAVE, en 1611, en su diccionario francés-inglés (Dictionnarie of
the French and English Tongues) ya incluyó una entrada: “Mastin: a Mastive
or Ban-dog, a great country curre” (mastín o perro de correa, gran perro de campo).
Los perros alanos o gentiles son “perros grandes”.
Decimos también “perros de carnicero” (extraído directamente de Gaston FEBUS). FURETIERE
continúa su artículo citando ampliamente las cualidades y los defectos de los perros
extraídos de los tratados de montería. Es asombroso que Furetière, monumento
de la cultura del “gran siglo”, ofrezca al perro tal lugar, con las precisiones
que buscamos: origen, uso, puntos característicos, tamaño, pelaje y color.
El gran ausente en FURETIERE es el perro pastor. No obstante, un pastor de la región
de Claye-Souilly, Jehan de Brie, describió en 1379 “todo lo que debe saber un pastor”
(HERMANS). El “perro pastor” (canis pastoralis) ya se cita porJean NICOT
en su Thresor de la langue francoyse de 1606, donde lo define así: “Pastor
es el que lleva a pacer y guarda las ovejas”. Los perros de conducción de rebaños,
más pequeños que los perros guardianes (ahora decimos “de protección”) de rebaños,
se establecerán y diversificarán en el siglo siguiente (XVIII) en toda Europa Occidental.
Esto coincide con el considerable aumento del número de ovinos. En la época en la
que BUFFON publica su obra maestra, Historia Natural General y Particular,
en 1786, se habla del pastor en Versalles, con María Antonieta, Reina de Francia.
FLORIAN, el fabulista, muestra en 1792, en “El Rey y los Dos Pastores” el
trabajo de los perros en el rebaño:
Dos ovejas asustadas se alejan por la planicie
Un perro va tras ellas, y las trae (…)
Y el pastor dice al rey: es muy fácil;
Todo mi secreto consiste en elegir buenos perros.